martes, 10 de julio de 2012

Conocer la dislexia


Son las 23.30 horas y su madre le dice que lo deje ya. Ella se resiste porque siempre ha querido llevar todas las tareas hechas. Y nunca ha sido fácil porque la mayoría de las veces ha tenido que terminar en casa las copias, redacciones y dictados que el resto de sus compañeros realizaban a tiempo en clase.

La pesadilla comenzó en el primer curso de primaria, no había forma de aprender a reconocer el extraño código de símbolos asociados a sonidos que le presentaban una y otra vez.  Sus padres recuerdan el dolor de estómago y las dificultades para conciliar el sueño de los domingos.  Intentaron no preocupase porque pensaban que su hija “ya maduraría”. Al final del segundo curso su lectura era silábica, con frecuentes errores de inversión de letras y dificultades severas para comprender los textos.

El razonamiento matemático siempre se le dio bien, pero conseguir memorizar las tablas de multiplicar fue un suplicio.

En 3º y 4º de primaria su expresión escrita seguía siendo pobre y con numerosos errores ortográficos.  El trazo poco limpio le obligaba a repetir muchos de los trabajos por “mala presentación” y “falta de interés”.

Los test de inteligencia no verbal reflejaban unas puntuaciones por encima de la media. La desesperación del entorno familiar de Nerea les llevó buscar una solución. Se trabajó desde el punto de vista perceptivo, psicomotriz y emocional. Pero nada funcionaba. Los años pasan y la autoestima de la niña se resiente. Los padres ya no saben cómo actuar. No saben hasta qué punto  seguir presionándole, exigiéndole y llevándole a profesionales.

Nerea es disléxica. Creo que su caso nos ayudará a entender la definición de dislexia. Entendemos la dislexia como “una dificultad significativa y persistente que afecta las habilidades lingüísticas asociadas a la lectura y a la escritura, especialmente a la discriminación fonológica, la memoria a corto plazo, la decodificación, la secuenciación fonológica y  la percepción de los rasgos de las letras. Se manifiesta como una dificultad de la automatización de la lectura, baja comprensión lectora, problemas con la ortografía y también con el cálculo aritmético. En niños con una inteligencia y entorno socio educativo normal.”
  
La dislexia es posiblemente el trastorno neuro-psicológico más frecuente en niñ@s, con una prevalencia de entre el 5 - 10 % de la población. Se presenta en muchos grados, desde pequeños problemas superables en breve plazo, hasta una dificultad severa que afecta a diversas áreas.

Afortunadamente para Nerea y todos los niñ@s en su situación, al día de hoy conocemos mucho más de los procesos cognitivos lecto-escritores que hace unos años.  Entender mejor el procesamiento cognitivo nos permite cada vez ser más eficaces en la rehabilitación de la dislexia.

Una de las cosas en  las que coinciden los expertos de todo el mundo es en la necesidad de un diagnóstico precoz. Se ha comprobado que la evolución y el pronóstico del disléxico son sustancialmente más positivos con una intervención temprana. 
 
El problema está en que entre los 5 y 7 años es todo un arte hacer un diagnóstico. Habrá que diferenciar entre un alumno que no posee todos los requisitos necesarios para iniciarse en la lectura (conciencia fonológica, memorias operativas de trabajo y léxico auditivo), frente a un niño con dificultades de tipo disléxico. Al primero lo podríamos calificar como: “mal lector” frente al segundo que tendría un diagnóstico de trastorno de la lectura de tipo disléxico. Muchas veces, en ambos casos  se  achacan las  dificultades a un problema de madurez. La recomendación es la de “dejar” pasar el tiempo para que vaya madurando.

Se esta trabajando para desarrollar protocolos que poder aplicar para la detección de la dislexia en  edades tempranas.

El pronóstico nos lo irá marcando la evolución del niñ@. Los tratamientos suelen ser largos, siendo determinante la coordinación del trabajo entre el centro educativo, la familia y el especialista.

Pero los nuevos avances en el conocimiento del trastorno, el desarrollo de nuevas herramientas para su rehabilitación, la implicación de colectivos (del ámbito educativo y asociaciones) y de la administración me hacen ser optimista. Tras varios años en los que parecía que la dislexia era un trastorno invisible, cada vez son más los niñ@s con un potencial personal e intelectual enorme que no ven limitadas sus posibilidades por culpa de sus dificultades lecto-escritoras.


Eduardo Herrera Cantera
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